Reservamos 150ml de leche y calentamos los 450ml en un cazo junto con la canela, la vainilla y la piel de limón. Calentamos hasta que rompa a hervir y apartamos del fuego. Tapamos y dejamos infusionar unos 20 minutos.
Mezclamos muy bien la fécula de maíz con los 150ml de leche y el azúcar. Vertemos por encima la leche infusionada filtrada y devolvemos al cazo a fuego medio alto.
Mezclamos sin parar hasta que la preparación espese y quede bien densa.
Vertemos en una fuente, dejándola con un grueso de 1 dedo aproximadamente. Tapamos al contacto con papel film para que no se forme costra y reservamos en la nevera hasta que la mezcla esté bien fría. De la noche para la mañana es ideal.
Forramos una bandeja de horno con papel vegetal y calentamos el horno en posición gril a 230º.
Batimos el huevo en un plato y vertemos un poco de harina en otro plato.
Cortamos la masa en cuadrados del tamaño que nos apetezca y los rebozamos primero en la harina y después en el huevo batido. Escurrimos bien y vamos colocando sobre la bandeja del horno.
Horneamos en la parte más alta del horno hasta que empiece a dorarse bien para formar una costra que se sustituye a la de la fritura habitual.
Al salir del horno, podemos rebozar en una mezcla de azúcar y canela o como lo hemos hecho nosotros, espolvorear con un poco de azúcar y quemar con el soplete para que quede una capa caramelizada crujiente encima. Y una pizca de canela para rematar el asunto (le pongo muy poca canela porque a Polyanna no le entusiasma).
¡A disfrutar sin (muchos) remordimientos!
Bon profit!
Algunas explicaciones útiles o no tan útiles
* Podéis ver la receta original aquí.
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